La producción de baterías para vehículos eléctricos y los sistemas fijos de almacenamiento de energía (Energy Storage Systems, ESS) constituye un proceso extraordinariamente complejo. Por tanto resulta también enormemente complicado que el usuario o la instalación alcancen una baja tasa de productos desechados.
Mejora de la calidad como factor clave
Por este motivo ,las “gigafactorías” de producción de baterías cuentan por norma general
con numerosas estaciones para la comprobación de la calidad. El objetivo es desechar los componentes defectuosos de inmediato, si es posible antes del siguiente paso de procesamiento.
De esta forma se ahorran costes y la empresa explotadora tiene la posibilidad de detectar a tiempo las irregularidades en el proceso y solucionarlas rápidamente. Y todo ello sin afectar negativamente al rendimiento, ya que la producción de baterías, pese a su gran complejidad, es un proceso muy sensible a los costes. Los clientes de la industria del automóvil mantienen la expectativa de unos precios por kWh siempre a la baja, lo que supone una competencia feroz entre los fabricantes internacionales de baterías. Y esto se traduce en la necesidad de una supervisión permanente de los parámetros de calidad para que esta se mantenga estable, tanto al arrancar la producción como durante el funcionamiento de las plantas, y para todos las etapas de la fabricación de baterías: células, módulos y paquetes completos.